Portada de la revista Arte y Decoración

Mi amigo Tomás me prestó el nº 2 de la revista Arte y Decoración del año 1936. Dicha revista era editada por la Asociación Cooperadora de la Escuela Profesional de Artes Decorativas Fernando Fader.

En este ejemplar encontramos una nota muy interesante sobre encuadernación, con fotos de trabajos de los propios alumnos de la Escuela. Suponemos que quien firma la nota, Alberto E. Donnis, habrá sido maestro del lugar. Lo que me resultó muy interesante es comparar las técnicas y la forma de aplicarlas que se manejaban en los años 30`s. Es fantástico el capítulo que habla de mosaico «falso» y «verdadero», tan interesante como anticuado. Podrán disfrutarlo en la segunda entrega ya que la nota es muy extensa. Lo único que me entristece un poco es tener la certeza de que hubo en algún tiempo una escuela de artes que contemplaba a la encuadernación como tal, al nivel de la pintura o la escultura. Claro, esos eran los tiempos en que la Argentina parecía un país serio y solo se esperaba prosperidad y progreso sin techo alguno…

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Por Alberto E. Donnis
La encuadernación
La encuadernación comprende un gran número de operaciones, y muchas de ellas constituyen toda una especialidad dentro del arte. En el transcurso de esta exposición haremos conocer los diversos tipos de encuadernación, desde las comunes hasta las más lujosas y artísticas. No es posible dar una explicación con todos los detalles que sería menester, pues ello abarcaría varios números de esta revista; de modo que, debo ser lo más conciso, si bien trataré de que estas líneas sean provechosas y sirvan de guía y orientación para aquellas personas que sientan afición por esta técnica.

Para obtener una buena encuadernación, es menester no descuidar ningún detalle por más trivial que parezca; pues todos ellos son el fruto de muchos años de experiencia, dedicación y esfuerzos continuados. En efecto: los artistas del libro ha ido, pacientemente, perfeccionando la técnica hasta llegar al grado de adelanto que tanto admiraos en sus valiosas encuadernaciones.

La parte que más debemos cuidar es la referente a la preparación, costura y encolado del lomo.
Repito que todos los detalles deben cuidarse; pero hago resaltar estas primeras operaciones, porque ellas son las más importantes para el buen éxito del trabajo.

Otra de las cosas importantísimas y que también debe tenerse muy en cuenta, es la de hacer descansar el libro, en todas aquellas operaciones que, por su importancia, así lo requieran.

Descosido del libro
La primera operación que debemos realizar para encuadernar un libro, es descoserlo; pues la costura que llevan los libros a la rústica es provisoria y tiene por objeto mantener unidas sus hojas con una puntada en cada pliego y la cubierta de papel adherida al lomo, sea con cola o engrudo.

De modo que para descoserle empezaremos por quitarle la cubierta, poniendo atención de no romper el lomo; ya que tanto este, como las dos tapas, deben también formar parte del libro encuadernado. Una vez arrancada la cubierta quitaremos el primer pliego abriendo en el medio y cortando el hilo que lo sujeta, luego observando de que el pliego esté completo, presionando con los dedos en la parte cercana al lomo, le desprenderemos con todo cuidado para no romper las hojas. En caso de que se produzcan roturas o desgarraduras, se deben arreglar antes de coser, con papel de seda muy fino pegando las tiras con engrudo hecho de almidón.

Luego, con un cuchillo o corta pluma, deben limpiarse los pliegos a medida que se va descosiendo, en la misma forma que hemos quitado el primer cuadernillo; esto es: cortando siempre el hilo del medio. Una vez descosido y limpios los pliegos, se corrigen aquellos que están mal doblados, poniéndolos a la misma altura de numeración.

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Modo de conservar las tapas
Las tapas de los libros se pueden conservar enteras, sobre todo las que tiene figuras o paisajes que continúan en el lomo. Para ello no hay más que pegar al costado de la tapa, donde comienza el dibujo, sobre una tira de papel que se hace doblar sobre el primer pliego, luego se dobla en tres la cubierta, de modo que al abrirla se vea juntamente con el lomo.

Otro sistema consiste en separar el lomo y pegarle sobre una tira de tres centímetros más ancho que éste, doblando parte de la misma, sobre el último liego, luego se pegan las dos tapas sobre un papel angosto y también se doblan sobre el primer y último pliego, pegándolas con engrudo.

Si el libro tiene mucho lomo, debe prensarse un par de horas; en caso contrario, bastará con golpearlo de tres a cuatro pliegos por vez, con la maza.

De las guardas
Las guardas son dos hojas de color o blancas, que se ponen al principio a fin de cada libro de la siguiente manera: para las encuadernaciones comunes, se colocan dos hojas del tamaño del pliego más un medio centímetro del ancho del mismo, al que se pegará, también del mismo formato, una hoja de papel resistente para cubrir la guarda, protegerla y pegar las cuerdas o las cintas sobre él. Esta hoja que agregamos sobre la guarda, se llama falso y veremos que, a pesar de su nombre, es de suma utilidad, ya que las tapas sueltas de los libros vienen sujetas justamente sobre el falso.

Una vez pegado el falso, doblaremos la guarda ese medio centímetro que se ha dejado mayor que la tapa y se pega sobre el último y primer pliego por la parte de adentro.

Para los libros de mayor cuidado, en vez de dos hojas, se forma un pliego de cuatro, del mismo formato del libro, se le agrega el falso, y se cose en el medio en vez de pegarle sobre los pliegos primero y último, como hemos dicho anteriormente. En este caso, se serruchan todos los pliegos menos el de la guarda, como veremos al detallar las encuadernaciones en cuero y de lujo.
En cambio en las de tela, no se serrucha el primero y último pliego; salvo el caso, que querramos darle a éstas una mayor consistencia, cosiendo la guarda por separado y serruchando también todos los pliegos.

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Modo de serruchar el libro
Una vez prensado el libro, se igualan los pliegos en la cabeza y lomo; se coloca entre dos tablas o cartones gruesos, de modo que el lomo sobresalga dos centímetros, se aprieta en la prensa y se marca el lugar donde irán colocadas las cuerdas y la cadena, de la siguiente manera: si tenemos que coser un volumen de formato común, hasta 20 centímetros de alto, haremos a una distancia de un centímetro de pie y cabeza, una pequeña serruchadura para la cadena y el espacio comprendido entre las dos cadenas, lo dividiremos en cuatro partes iguales.

La serruchadura para las cuerdas, se debe hacer de modo que entre justo la cuerda, sin producir abultamiento en el lomo.

Queda entendido que, cuantas más cuerdas lleve un libro, mayor será su consistencia.

De la costura
Es muy importante tener en cuenta el espesor de lso pliegos y la cantidad de los mismos, para poder determinar la forma cómo debe coserse.

Así, por ejemplo: un libro que tenga poco lomo, debe coserse con hilo grueso y a un pliego; en cambio los de lomo abultado, con hilo fino y a dos pliegos.

Todo libro que se cose a dos pliegos, debe coserse los primero ocho pliegos y los últimos ocho pliegos a lo largo.

Se entiende por costura a lo largo, cuando se cose corrido, un pliego por vez, y a dos pliegos, cuando se cose dos pliegos por vez.

Los libros que tienen poco margen en el lomo, o aquellos que lleven anotaciones, o que tengamos necesidad de leer muy cerca del lomo, como también la música; deben coserse con cinta. Esta clase de costura, se hace sin serruchar, marcando, si se quiere, someramente con el serrucho, el ancho de la cinta el lugar de la cadena.

Hecha esta aclaración, vamos a indicar cómo se cosen los libros en el telar. Una vez armado el telar, de acuerdo a la medida del primer pliego serruchado; se empieza a coser de la siguiente manera: (fig 1)

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Sin quitar del telar el pliego que nos ha servido para poner las cuerdas; teniendo ya la aguja preparada, tomamos el primer pliego que contiene la guarda y damos comienzo a la costura, pinchando a la medida de la primera cadena, luego cosemos alrededor de la cuerda y terminamos justo en la última cadena, se estira el hilo dejando un pedazo para atarlo con el segundo pliego. Cosida la guarda tomamos el segundo pliego, que tiene la serruchadura y abriendo en el medio, como habremos hecho con el anterior, entramos la aguja por la cadena y continuamos cosiendo los agujeros, siempre alrededor de la cuerda hasta el fin. Luego se ata el hilo del segundo pliego con el de abajo, se corta dejando un medio centímetro de largo, y se continúa cosiendo hasta la terminación del libro.

Para quitar el libro del telar, no hay más que hacerle correr por las cuerdas, dejándola unos cinco centímetros de largo.

Consejos que no deben olvidarse
La costura debe hacerse con sumo cuidado; poner atención en estirar bien el hilo. No olvidarse de encadenar los pliegos uno con otro y observar que el lomo y la cabeza esté completamente pareja. Nunca debe añadirse el hilo en la mitad del pliego; pues además de formar bulto en el lomo, corre el riesgo de romperse. Para evitar dicho inconveniente debe agregarse el hilo en la cadena, pasándolo debajo del pliego cosido y anudarlo, lo menos dos veces. Dejar siempre n medio centímetro de largo, cada vez que se añade el hilo; pues, cortado justo al límite, podría fácilmente desatarse.

Costura dos pliegos
Fácil es comprender la forma cómo se debe coser, teniendo en cuenta que cada pliego debe llevar tan sólo dos puntadas; primero se da una punta a la cadena y otra a un costado de la cuerda, se suspende, se toma el otro pliego y se le dados puntadas, siguiendo el mismo procedimiento empleado para coser a un pliego; vale decir: dos puntadas al de abajo y dos al de arriba hasta terminar; luego se encadena como de costumbre. De modo que lo que hacemos a un solo pliego; se divide entre los dos.

Costura a diente de perro
Este sistema de costura se emplea para las hojas sueltas y a veces para aquellos libros de pliegos muy finos y numerosos. Una vez serruchadas las hojas, igual que cualquier libro común, se toman montoncitos de cinco a seis hojas, según el espesor del papel, y se cose pinchando de arriba abajo, siempre al lado de las cuerdas; el hilo se debe estirar a medida
que se va cosiendo.

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Costura sobre cinta
Esta costura no ofrece ninguna dificultad; puede coserse con el lomo serruchado; como también sin serruchar. Conviene lo primero porque facilita el trabajo de costura y al mismo tiempo sostiene más los pliegos en la parte del lomo.

Se arma el telar sujetando las cintas con pequeños clavos o chinches y se cose alrededor de la misma, cuidando de no pinchar sobre ella, pues no podría sacarse el libro del telar y tampoco estirarlas para encolar el lomo.

Queda entendido, que la música o cualquier libro que querramos coser sobre cinta, no se serrucha, igual que los libros comunes, sino que se marca someramente el ancho de la cinta.

Encolado del lomo
Una vez cosido el libro, se quita del telar y se golpea el lomo; esta operación debe hacerse teniendo en cuenta su mayor o menor espesor. Si vemos que el lomo es muy abultado hay que hacer bajar los pliegos hasta dejarlo más o menos parejo al plano del libro; en cambio si tiene poco lomo de debe golpearse.

Hecho esto se da vuelta el primer cuadernillo y se pega un poco menos de medio centímetro sobre el segundo; observando que quede parejo al lomo y bien derecho a la cabeza. Para esta operación, se toma una tira de papel y se limita al ancho que queremos engrudar. Cuando tiene la guarda con doblez, no tenemos más que engrudar la parte doblada y hacerla adherir sobre el segundo pliego.

En las encuadernaciones de lujo; o en todas aquellas que lleva un pliego de cuatro hojas de guarda, se pega justo el límite del doblez del falso, sobre el primer pliego.

Una vez seco, se estiran bien las cuerdas con una pinza, se cortan a la distancia de un centímetro, se abren con el punzón y se raspa, valiéndose de un cuchillo; luego se pegan con engrudo sobre el falso, pasando la dobladura de modo que las cuerdas no abulten.

Se aplana el libro golpeando el lomo sobre una tabla y lo mismo haremos de la parte de la cabeza; se toman dos cartones gruesos poniendo el libro junto con los cartones y dos tablas, se mantiene apretado para que no penetre la cola sobre las cuerdas y con un pincel se pasa bien pareja, de modo que quede el lomo liso y penetre dentro de las serruchaduras. Sin mover el libro se pone con el lomo afuera entre dos tablas y se deja secar. Esta operación es de las más importantes; por lo tanto debe hacerse con todo esmero.