Segunda parte de la nota publicada en la revista Arte y Decoración del año 1936. Como anteriormente les comenté, el plato fuerte del texto aparece en esta segunda entrega, y es sin dudas lo concerniente a la técnica del mosaico. Podrán leer como diferenciaban en la época un «mosaico verdadero» y un «mosaico falso». Lo que hoy conocemos como técnica «borde a borde», en los años 30´s se consideraba la forma más correcta de realizar el mosaico. Mientras que, la técnica más utilizada para el trabajo de decoración con mosaico, en esos años era casi despreciada.
Otra curiosidad que nos acerca al pensamiento de los comienzos del siglo XX, es la declaración de principios acerca de la mujer: «se destaca día a día en las artes manuales, y como esta dedicación les hace comprender y embellecer la vida, encaminándolas hacia las cosas nobles y gratas del espíritu». Más claro imposible.
Hay otras cosas interesantes que nos ayudan a comprender como este arte ha ido evolucionando, los dejo para que las descubran…
Por Alberto E. Donnis
Del corte de los libros:
En general los libros no deben cortarse, a los más igualar un poco los pliegos en la máquina de cortar cartones, uno a la vez, o rasparlos.
Se encuaderna el libro para conservarle el mayor tiempo posible; poder usarlo con mayor comodidad y al mismo tiempo embellecerle: pero nunca para mutilarle ni despojarle de cosa alguna. Un volumen bien conservado, tal cual salió a la luz, sin quitarle absolutamente nada, tiene un alto valor.
Como no hay regla sin excepción, ésta también tiene la suya: se cortan los diccionarios, las enciclopedias, los libros de estudio, para su mayor facilidad en la lectura y consulta; se cortan en la cabeza los que llevan esa parte dorada: los libros de misa, los que se ele hace el corte rugoso o picado, usando la escofina, los cortes cincelados o pintados.
Una vez encolado el libro, antes que seque del todo, se corta adelante y luego se redondea: golpeando suavemente con un martillo en centro del lomo. Si el corte se quiere hacer picado o rugoso, se pasa la escofina antes de redondearlo, luego se corta a los pies y cabeza.
No hay que exagerar el redondo porque demasiado pronunciado produce un lomo de aspecto desagradable.
Cortes pintados:
Cortado el libro y redondeado, se coloca en la prensa poniéndolo entre dos cartones y dos tablas bien lisas; se preparan los colores sea con anilinas o tintas ya listas para usar y con una esponja ligeramente humedecida, se pasa sobre el corte y antes que seque del todo se lustra pasando el ágata con un papel debajo, se quita el papel de seda y se sigue lustrando directamente sobre el corte hasta obtener un brillante parejo; se repite la operación pie y cabeza. Conviene los colores un poco espesos para evitar que la tinta penetre en el interior del libro.
Del cajo:
Una vez redondeado el libro, se coloca en la máquina, de modo que sobresalga justo a la medida del espesor del cartón que se va a emplear. Para mayor exactitud, puede medirse el ancho del cajo, acostando el cartón sobre la regla de fiero. Al ser comprimido el libro en la máquina, el lomo sale hacia fuera y facilita la tarea. En caso que la cola esté muy seca, se humedece el lomo con una esponja bañada en agua. Se va golpeando despacio, a los lados, de modo que los primeros y últimos pliegos, descansen sobre la regla.
Del enlomado:
Para enlomar el libro, primero se coloca el señalero, luego la cabezada y después el papel, cortando igual al alto del libro y que sobresalga tres centímetros más de cada lado, para pegar en ambas partes del plano. Para este trabajo debe usarse la cola. Si lleva bolsa, se aplica después de enlomar el libro.
De los cartones:
Se cortan de modo que sobresalgan un poco menos de medio centímetro de cada lado: si es todo tela, en la parte del frente se cortan igual al ancho del volumen, y si es para media tela, puede cortarse despues de pegada la tapa.
Tapas en media y todo tela:
Para hacer la pata, se corta la cartulina igual al ancho del lomo y al alto del libro: se corta la tela dos centímetros más larga que el lomo y del ancho que se desee dejar para la cubierta.
Si es en todo tela, se corta de modo que avance dos centímetros mayor que el alto y ancho de los cartones, teniendo en cuenta el espacio que ocupa la cartulina.
Se marca el centro de la tela; se encola y pega la cartulina en el punto marcado: luego se colocan los cartones, dejando un espacio de medio centímetro en ambas partes de la cartulina, se dobla el excedente de la tela y se coloca la tapa en el libro, de modo que ajuste exactamente la cartulina en el lomo y guarde relación la distancia que hay al pie y cabeza del libro. Se pega la tapa en la bolsa y una vez bien marcada la canaleta, se pega también el falso.
Si es todo tela, no tenemos más que pegarle la guarda, prensarle y el libro queda terminado.
Si es en media tela, se corta el cartón adelante, se refuerzan las puntas con punteras de tela o pergamino y se pega el papel con cola, el que se corta un centímetro mayor de cada lado.
Hecho este se pega la guarda con engrudo y se deja secar hasta el día siguiente.
Para todos estos trabajos, es conveniente usar un trapo ligeramente bañado en aceite, el que facilitará notablemente la tarea.
Todo libro que se termina de encuadernar, debe colocarse entre dos cartones y tablas con un peso encima.
Las encuadernaciones pueden hacerse en arpillera, hule, cuero flexible, seda moaré, pergamino, pasta, media pasta, etc, materias todas que se trabajan de modo diferente. Veamos aquí, ya que el espacio apremia, el proceso del mosaico.
El mosaico:
Los grandes maestros de este arte maravilloso y tan lleno de encantos, nos deslumbran con sus preciosas encuadernaciones, cuyos trabajos son el fruto de muchos años de dedicación y perfeccionamiento. La habilidad, la justeza y precisión con que decoran el libro, formando todo el conjunto un solo plano bien armónico, donde por más que se observe no se alcanza a ver dónde empieza y dónde termia el mosaico, nos revelan la admirable precisión con que han sido ejecutados.
Efectivamente: es ese el gran mérito de esta técnica: ejecutar el trabajo de modo que se no se alcance a ver la unión de los cueros: que ellos estén tan ligados y ajustados entre sí, que nos den la sensación de ser solo una pieza.
Preparación del proyecto:
Antes de ejecutar el proyecto, es conveniente, para que éste no sufra las alteraciones, procurar primero los cueros que se desee utilizar.
Una vez hecho el proyecto definitivo, se calca sobre la cubierta y se cortan los pedazos de cuero que deben ser suplantados por otros de diversos colores. El corte del cuero de la cubierta, debe hacerse justo sobre la línea marcada, tratando de que éste sea bien recto y exacto. Al ir quitando los trozos de cuero, no debe empeñarse en tirar, si éste ofrece resistencia, pues significa de que el corte no ha sido lo suficiente profundo: de modo que , en ese caso, se debe cortar nuevamente sobre el primer corte.
Para practicar se puede usar cualquier cuero: pero, en realidad, para hacer un trabajo bien terminado, debe usarse cuero de una misma calidad y espesor, En caso de que por razones de color o porque nos interesa por la composición decorativa, usar cueros de diverso espesor, si es más delgado que el de la cubierta, se rellena el espacio con un papel o cartulina hasta lograr su justo nivel: si lo contrario, se rebaja.
Muchas veces, de acuerdo a la composición que se quiere hacer, sea por su variedad de tonos, o por lo pequeño de sus arabescos, líneas, curvas, etc, conviene cortar el cuero a medida que se vayan colocando los pedazos que deben suplirse.
Modo de preparar los cueros.
Teniendo el proyecto ante nuestra vista, vamos separando los cueros para mosaicar; se mojan y suavemente se estiran, aplicando del lado de la carne un papel con engrudo, fino, pero resistente. Se colocan las piezas entre dos tablas bien lisas y se dejan secar con un peso encima.
Luego se van calcando las diversas piezas, y, una vez seco el cuero, se va pegando de acuerdo a su respectivo color en el calco que se ha hecho del proyecto sobre la flor de la piel.
Luego se van recortando los pedazos de cuero, respetando el contorno del dibujo. SE engrudan abundantemente dos veces, haciendo descansar unos minutos después de la primera mano, pues el cuero debe absorber el engrudo, y ya en la segunda mano se estira bien de modo que no forme ningún bulto debajo de la piel.
Hecho esto, pieza por pieza, se va pegando en su respectivo lugar. No debe pegarse ningún cuero, sin antes haber dejado el anterior en buenas condiciones; vale decir: que esté perfectamente adherido y la juntura del pedazo que se acaba de pegar tenga una perfecta unión con el cuero de la cubierta.
Es conveniente, cada vez que se aplica el cuero, engrudar también los bordes, y lo mismo se debe hacer con el de la cubierta.
Una vez pegados todos los pedazos de cuero, se pasa una esponja mojada en agua, se cubre la tapa con un papel blanco y puesto el libro entre dos cartones y unas tablas bien lisas, se deja caer bajo peso. Puede también dejarse bajo prensa, poniendo sobre el cuero dos plancha de niquel pulido, después de un tiempo prudencial. Un cortaplumas bien afilado, o una trincheta, pueden servir para cortar los cueros; pero hay en venta aparatos especiales para ello.
Otro sistema para cortar las piezas de cuero consiste en pegar con engrudo los pedazos que se quitan de la cubierta del libro, sobre el que ha de reemplazarle del lado de la carne: pegando este último sober una hoja de zinc, y, una vez seco, cortarle.
El falso mosaico.
Se diferencia del anterior en que el cuero de la cubierta del libro no se corta; de modo que vamos a pegar sobre el otro que sobre el libro, a flor de piel, todo uniforme, y se coloca pieza por pieza, de acuerdo al proyecto; una vez bien seco, de un día para otro, se filete todo el contorno del mosaico, de modo que no se perciba la superposición de los cueros.
Si bien este tipo de mosaico no tiene el mismo valor que el otro, ya que es una imitación, bien ejecutado es de gran efecto.
Como todo trabajo, éste, de suyo tan delicado, debe tener también sus elementos, para que la obra alcance el grado máximo de perfección y facilite la ejecución de la misma.
A fin de obtener mayor perfección en la obra a realizar, se dibuja en tinta china los cortes que deben efectuarse en los cueros: hojas, flores, circunferencias, etc, de acuerdo al proyecto, y se hace hacer los sacabocados, siempre dos del mismo dibujo: uno para cortar, el otro para filetear los contornos de las piezas que se apliquen sobre la cubierta.
El que se use para los filetes, debe ser grabado sobre bronce, un poco menor que el destinado para el corte de los cueros, de modo que abarque el ancho del filete.
Una vez cortado y aplicado el cuero sobre la cubierta, terminado todo el mosaico de la misma, y pasadas las veinticuatro horas, se bordea todo el contorno con el fierro de bronce ligeramente calentado.
Este último debe colocarse exactamente sobre los bordes de las pieles aplicadas.
Con respecto al dorado, hablaremos Dios mediante, en su oportunidad, pues será motivo de un próximo escrito.
La encuadernación en relieve.
Si queremos hacer sobre la cubierta del libro un recuadro en relieve para proteger la decoración de la tapa, o bien para ornamentarla con una serie de líneas rectas, curvas o entrelazadas, como también aplicar en ella cualquier trabajo esculpido o calado sobre madera, se debe pegar sobre los cartones del libro todos los motivos ejecutados con ese fin y luego cubrirlos con el cuero.
Queda entendido que primero se debe hacer el proyecto en tinta china, marcando bien los contornos, para calcarlo con mayor comodidad. Hay que tomar la medida del lomo y de los cartones, si es que la composición abarca las dos tapas; dejando un espacio de un centímetro todo alrededor y lo mismo digo de la cartulina; pues si se descuida este detalle importantísimo, notaríamos, una vez hecha la tapa, que el libro no podría abrirse; ello se explica, porque el relieve de la tapa cerca del cajo, y el del lomo, chocarían entre si, obstaculizando su apertura.
Para hacer un marco alrededor de la tapa, se corta un cartón del espesor que se desee un centímetro menos del alto y ancho del la misma; luego, con el compás, se marca el ancho de la cornisa; se corta y bisela por dentro y por fuera: aplicándola con engrudo sobre los cartones del libro.
Se deja secar bajo peso y se coloca el cuero, haciendo destacar netamente el relieve. Puede colocarse el cartón del tamaño exacto de las tapas; en ese caso, hay que biselar el marco de modo que no abulte en los extremos, a fin de no aumentar su espesor.
En madera esculpida, calada o con talla bien pronunciada, se obtienen trabajos de gran efecto decorativo, pudiendo combinar el relieve con aplicaciones de cueros de diversos tonos, metal, marfil, etc.
Tanto en el lomo, como en las tapas, se puede hacer cualquier motivo ornamental, usando cartón cuero, escenas alusivas al contenido del libro, monogramas, letras, etc. Por ello, una vez calcado el proyecto sobre los cartones de la cubierta, se hace un segundo calco sobre el cartón destinado al relieve, se corta y se aplica con engrudo, en su respectivo lugar: observando que las piezas cortadas caigan exactamente sobre el dibujo de las tapas.
Para obtener un relieve mayor, se cortan varios cartones en forma escalonada: es decir: calcando cada fragmento del diseño un poquito menor que el anterior, de modo que las piezas presenten un bordecito todo alrededor, En esta forma se recortan varios cartones hasta conseguir el efecto deseado, copiando cada nueva pieza un poco más pequeña que la precedente. Se pegan una sobre otra, y se aplican sobre los cartones de la cubierta. Se deja secar bajo peso: se corta el cuero un poco más abundante que de costumbre, teniendo en cuenta el alto y cantidad del relieve: se rebaja y engruda abundantemente, y después de cinco minutos se vuelve a engrudar: haciendo lo mismo sobre los cartones que contiene el relieve.
Se pega despacio; llevando el cuero hacia el interior del ornato con la yema de los dedos, la dobladura y los elementos y corporal.
Se pone bajo peso, preservando el libro entre papeles y cartones para no dañarlo y se deja secar hasta el día siguiente.
Para los últimos retoques, se moja el cuero con una esponja bañada en agua, y se hunde en aquellas partes que no hubieran bajado bien.
Aplicación de plaquetas, medallones, etc.
Si se quiere aplicar sobre la cubierta cualquier objeto para embellecerla, no hay más que colocar éste sobre un cartón de la misma medida de la tapa, dibujar su contorno y cortarle un poco más grande, teniendo en cuenta el espesor del cuero de modo que el objeto que deseamos aplicar entre exactamente en el lugar que se le ha destinado y quede a nivel de la cubierta.
Se bisela el cartón recortado todo alrededor: se pega y una vez seco se coloca el cuero en la forma que hemos explicado anteriormente se dobla el sobrante antes de pegar la guarda, en el supuesto caso de que tengamos que colocar una plaqueta, o cualquier objeto de metal, monograma, medallones, etc, se marca, presionando sobre el cuero, las patitas que llevará adheridas y con un punzón se hacen los agujeros, haciéndolas pasar en el interior de la cubierta: una vez doblados los alambrecitos que la sujetan, con un cortaplumas se hace una incisión en el cartón para esconderlos se pega un papel grueso con engrudo y se colocan las guardas.
Los esquineros y cierres de metal se aplican una vez terminado de encuadernar el libro.
Del corte de los cartones.
Para cortar los cartones podemos usar una serie de formones de diversos formatos, la trincheta, el cortaplumas, y lo que es verdaderamente interesante, es mandar hacer los sacabocados de acuerdo al proyecto; en esa forma se hace obra original, ya que el artista tiene un amplio campo para idear los motivos que su mente le sugiera, y tendrá la seguridad de que no hallará ningún obstáculo para su realización.
Un elemento muy útil y que muchos están ya familiarizados con é es la sierra para calar: sobre todo para el corte de las letras, en cuyo trabajo, como en muchos otros, será un poderoso auxiliar.
El pirograbado, el repujado, los metales en general, el marfil, las maderas finas, el estampado, el aguafuerte, etc, son elementos que, aplicados con mesura, contribuyen y enaltecen la encuadernación artística: sumando todos ellos un aporte valiosísimo y que no debemos desdeñar, so pena de demostrar un absoluto desconocimiento del enorme partido que de ellos podemos sacar.
Termino, si es que cabe la frase, ya que tendría muchísimas cosas más que decir sobre el arte de la encuadernación, exhortando al alumbrado de esta escuela a continuar, como hasta hoy, con el mismo o mayor entusiasmo, y tendrán la gran satisfacción de ver sus esfuerzos coronados por el éxito.
Es realmente admirable cómo la mujer se destaca día a día en lar artes manuales, y cómo esta dedicación les hace comprender y embellecer la vida, encaminándolas hacia las cosas nobles y gratas del espíritu.
La manualidad es el elemento educativo más poderoso, un sedante para los nervios y el mejor amigo de la salud moral.
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