Hace tal vez medio año me encontré este documento en alguna librería de viejo de esta ciudad y pues me dió mucha alegría como siempre por el tema, en primer lugar y también por el lugar de estudio Michoacán que fué la tierra de mis padres, mi padre nacido en un rancho cercano a la ciudad de Tacámbaro y mi madre nacida en un pequeño pueblo llamado Senguio.
Y bien, pues como no conocía la existencia de esta obra me llamó de inmediato la atención el trabajo de su autor, del que les pongo una pequeña biografía que le robo a la Enciclopedia de la Literatura en México:
«Cursó estudios profesionales de Leyes, en la Facultad de Derecho, y de Ciencias Sociales, en la Escuela de Altos Estudios (hoy Facultad de Filosofía y Letras, FFyL) de la UNAM. Fue consejero técnico y director del suplemento “Revista Mexicana de Cultura”, del diario El Nacional (1962-1968). Sus artículos de temas históricos, etnológicos y bibliográficos fueron publicados en numerosas revistas especializadas, como Historia Mexicana, Letras de México, Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, Boletín Bibliográfico de la Secretaría de Hacienda, Estampa, Memorias de la Academia de Ciencias Históricas de Monterrey, Revista de la Academia Nacional de Ciencias, El Hijo Pródigo y El Nacional; en este último escribió semanalmente sus “Notas de bibliografía michoacana” durante cuatro años (1964-1968). Realizó trabajo editorial en la Imprenta Arana y en la Editorial Cvltvra Talleres Gráficos S.A. y desempeñó el cargo de bibliógrafo consultor en las bibliotecas de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Por otro lado desarrolló una gran actividad política y ocupó importantes cargos en el gobierno del Estado de Michoacán, así como en otros estados. Fue discípulo del erudito Nicolás León y apasionado bibliófilo, coleccionó un gran número de impresos, manuscritos, periódicos y folletos de gran rareza, que más tarde contribuyeron a formar la Biblioteca Luis González de El Colegio de Michoacán (ColMich). Se diño a la tarea de recorrer un gran número de bibliotecas y archivos, al percatarse de que la mayoría de los textos se encontraban en el extranjero, fundamentalmente en los Estados Unidos como las bibliotecas Hispanic Society of America, de Nueva York; Newberry, de Chicago; John Carter Brown, de Rhode Island; Library of Congreso, de Washington; las universitarias de Pennsylvania, Tulane, Yale, Michigan y Harvard, entre muchas otras.»
«Joaquín Fernández de Córdoba, bibliófilo, etnólogo y lingüista, fue autor de acuciosas investigaciones sobre el origen, la naturaleza y el destino de los impresos michoacanos del siglo xix; corrigió los errores cometidos por otros estudiosos acerca de la historia de la imprenta en Morelia y escribió una historia de la tipografía en esa ciudad, correspondiente al periodo de 1820 a 1917, con las imprentas e impresores más destacados. Confeccionó una bibliografía de la lengua tarasca con fichas de todos los impresos producidos en el estado de Michoacán durante el siglo xix; el trabajo incluye notas biográficas y críticas, así como los lugares donde se encuentra el material. De su búsqueda de los impresos en el extranjero publica Tesoros bibliográficos de México en los Estados Unidos, donde muestra la historia y las vicisitudes del éxodo de estos impresos. Cabe destacar también la reedición fiel del original de la Gramática de la lengua tarasca, de Fray Manuel de San Crisóstomo Nájera y la reproducción facsimilar de tres impresos religiosos en lengua tarasca. La mayoría de sus investigaciones superan el terreno estrictamente bibliográfico, pues los detalles que aporta son fuentes documentales de utilidad para los estudiosos de la historia, filología y lingüística mexicanas.
Y bien pues este estudioso fue el autor de este pequeño estudio que ahora les dejo para su descarga, fue escrito en 1970, veintitrés años después de publicado Encuadernaciones Artísticas Mexicanas de Manuel Romero de Terreros quién debió haber influenciado o cuando menos sensibilizado a de Córdoba para su libro, extrae en sus primeras páginas un dato muy interesante sobre fray Diego Basalenque (1577-1651) de quién dice «sus aficiones bibliográficas se rebelaron en sus días de novicio, en que se dedicó a componer los libros del coro, formando una nómina de ellos, así como también en la librería conventual ayudaba a empastar libros en pergamino y con una rara habilidad poníales rotulones en los lomos de cada volumen» por lo que convierte a Basalanque en el personaje mas antiguo, con nombre y apellido, que se describe como artesano de la encuadernación y de la caligrafía en México.
Joaquín Fernández de Córdoba conocía bastante bien el oficio de la encuadernación, mucho mejor que el bibliófilo promedio, ya que logra mirar los modos y las formas ligatorias con un detalle que su antecesor Romero de Terreros no logró alcanzar.
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