«De las artes del libro la caligrafía es a la música, como la encuadernación es a la arquitectura: el encuadernador construye buenos cimientos, equilibra tensiones y edifica las paredes de palacios y de casas solariegas en las que obtiene una superficie susceptible de ser decorada a voluntad. La caligrafía parte de una notación: A… B… C… do … re … mi … y la mano que la ejecuta con discipina, haciendo que la pluma le obedezca, se distinguirá por su creatividad en la reinterpretación de este código, pudiendo ser a un tiempo tan estricta y bella como un Handel, y otras tantas veces, tan ligeras y sinuosas como Mozart»
Rodrigo Ortega
Dedicado a Ana González-Irún